Tema difícil el box. No solo no es bello ni atractivo sino que no merece ser llamado deporte. Tengo empatía por algunos viejos boxeadores por el personaje como con los argentinos Bonavena, Gatica o Víctor Galíndez. El último podría ser el Roña Castro, pero no muchos más. También me gustaba Mano de Piedra Durán pero odié a unos cuantos con Tyson a la cabeza.
Por eso valoro el disfrute que sentí al conocer a este tal Prince Hamed. Para colmo inglés, pero el arte no tiene bandera. Este pequeño hombre sí que era un artista del ring sin dejar de ser una máquina de pegar pero con un estilo propio, pocas veces visto. Ni Alí ni Sugar Ray llegaron a este punto de espetáculo propuesto por él.
Peligroso e inteligente en el ring, sexto de nueve hermanos, hijo de inmigrante yemenita que en Inglaterra vendía golosinas. No parecía boxeador porque no incluía golpes ortodoxos, ninguno con técnica clásica. Atacaba aún retrocediendo en un raro zig zag, esquivando golpes sin defensa y siendo peligroso por repentización, velocidad irreal y lo más importante, una mano pesada.
Su desparpajo lo hacía un bailarín con la cadera rota y espalda de mimbre. Algo extraño y atractivo de ver apoyado en una condición física insuperable. Otra cosa espectacular era su entrada al recinto como si fuera un show exclusivo, sin tener en cuenta al rival de enfrente (en verdad si, pero para intimidarlo aún más). Eso incluía luces, música de boliche o rock, danza frenética y coreografía con chicas. Su entrada al ring saltando las sogas era tan variada como antológica.
Todo ello en más de diez minutos y a veces duraba más que la propia pelea. El sumun fue la vez que vestido como El Jorobado de Notre Dame, entró danzando al compás de Thriller de Michael Jackson. Algo distinto de ver sin dudas.
Hablando de box, los molía a golpes danzandole en la cara, los humillaba con carisma todo con sonrisa provocadora cargada de ego. Por eso eran tantos los que lo querían como los que lo odiaban. Le guste a quien le guste un distinto, un "creador".
En los papeles fue campeón varias veces (peso pluma de la CMB, FIB y OMB). Se le reprochaba que los rivales no eran importantes hasta que llegó Kevin Kelley, el campeón estadounidense y donde realizaron una pelea espectacular donde cayeron ambos varias veces.
Hacia el final de su carrera llegó un joven mexicano llamado Barrera que le peleó de forma rústica, bastante sucia y le ganó una pelea. Su primera y única pérdida luego de 36 realizadas. Luego peleó una última vez el 18-05-02 y la ganó por puntos pero ya no era lo mismo, había perdido antes y su ego no lo soportó y se retiró.
Su egocentrismo no tenía límites. Grabó cds de música rap y coqueteó con la actuación en TV. Se lo siguió criticando y ningún comentarista serio (es decir anticuado) lo quería: "Eso no era box" era la muletilla.
No entendieron que su gran estado físico hacía que diera la ventaja de pelear sin guardia. No le hacía falta si estaba adelantado un segundo a cualquier rival. Polémico, dijo eso de "Me encanta noquear argentinos". Y era cierto porque noqueó a tres. Su gran ídolo era Mohamed Alí y admiraba también a Diego Maradona. Se entiende y suenan lógicas las dos referencias. Y tenía dos huevos más grandes que este blog.
En el 2007 le retiraron la condecoración de la corona real por haber atropellado a un peatón y tratar de evitar la condena. Unos años antes cuando se enteró de que le iban a dar el premio dijo: "Era hora de que esa perra me llamara" ¡Hablaba de la reina Isabel!
37 peleas, 36 ganadas (31 nocauts). Durante todo ese tiempo en el que reinó Prince Naseem Hamed, llegué a pensar que me había equivocado y que el boxeo tenía algo de arte. Hoy sin él, ya no pienso lo mismo...
Por eso valoro el disfrute que sentí al conocer a este tal Prince Hamed. Para colmo inglés, pero el arte no tiene bandera. Este pequeño hombre sí que era un artista del ring sin dejar de ser una máquina de pegar pero con un estilo propio, pocas veces visto. Ni Alí ni Sugar Ray llegaron a este punto de espetáculo propuesto por él.
Peligroso e inteligente en el ring, sexto de nueve hermanos, hijo de inmigrante yemenita que en Inglaterra vendía golosinas. No parecía boxeador porque no incluía golpes ortodoxos, ninguno con técnica clásica. Atacaba aún retrocediendo en un raro zig zag, esquivando golpes sin defensa y siendo peligroso por repentización, velocidad irreal y lo más importante, una mano pesada.
Su desparpajo lo hacía un bailarín con la cadera rota y espalda de mimbre. Algo extraño y atractivo de ver apoyado en una condición física insuperable. Otra cosa espectacular era su entrada al recinto como si fuera un show exclusivo, sin tener en cuenta al rival de enfrente (en verdad si, pero para intimidarlo aún más). Eso incluía luces, música de boliche o rock, danza frenética y coreografía con chicas. Su entrada al ring saltando las sogas era tan variada como antológica.
Todo ello en más de diez minutos y a veces duraba más que la propia pelea. El sumun fue la vez que vestido como El Jorobado de Notre Dame, entró danzando al compás de Thriller de Michael Jackson. Algo distinto de ver sin dudas.
Hablando de box, los molía a golpes danzandole en la cara, los humillaba con carisma todo con sonrisa provocadora cargada de ego. Por eso eran tantos los que lo querían como los que lo odiaban. Le guste a quien le guste un distinto, un "creador".
En los papeles fue campeón varias veces (peso pluma de la CMB, FIB y OMB). Se le reprochaba que los rivales no eran importantes hasta que llegó Kevin Kelley, el campeón estadounidense y donde realizaron una pelea espectacular donde cayeron ambos varias veces.
Hacia el final de su carrera llegó un joven mexicano llamado Barrera que le peleó de forma rústica, bastante sucia y le ganó una pelea. Su primera y única pérdida luego de 36 realizadas. Luego peleó una última vez el 18-05-02 y la ganó por puntos pero ya no era lo mismo, había perdido antes y su ego no lo soportó y se retiró.
GENIO Y FIGURA
Su egocentrismo no tenía límites. Grabó cds de música rap y coqueteó con la actuación en TV. Se lo siguió criticando y ningún comentarista serio (es decir anticuado) lo quería: "Eso no era box" era la muletilla.No entendieron que su gran estado físico hacía que diera la ventaja de pelear sin guardia. No le hacía falta si estaba adelantado un segundo a cualquier rival. Polémico, dijo eso de "Me encanta noquear argentinos". Y era cierto porque noqueó a tres. Su gran ídolo era Mohamed Alí y admiraba también a Diego Maradona. Se entiende y suenan lógicas las dos referencias. Y tenía dos huevos más grandes que este blog.
En el 2007 le retiraron la condecoración de la corona real por haber atropellado a un peatón y tratar de evitar la condena. Unos años antes cuando se enteró de que le iban a dar el premio dijo: "Era hora de que esa perra me llamara" ¡Hablaba de la reina Isabel!
37 peleas, 36 ganadas (31 nocauts). Durante todo ese tiempo en el que reinó Prince Naseem Hamed, llegué a pensar que me había equivocado y que el boxeo tenía algo de arte. Hoy sin él, ya no pienso lo mismo...