Algunos libros provocan esas ganas de escribir. No sólo los buenos, sino los que te "llegan". Los cuentos de Marcelo Cohen fueron decisivos para mi deseo primario de escribir un relato. De forma irracional luego de leer uno me producían ganas tremendas de ponerme a escribir e imitarlo ¿Pero cómo? Misión imposible.
Los cuentos de mi amado Cortázar fueron la continuación de ese deseo por la simpleza y fantasía que tiene Julio al narrar, algo que parece tan fácil y que luego es tan difícil. Solo en uno de sus sueños se puede aspirar a eso.