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viernes, 6 de octubre de 2006

CHAPLIN City Lights 1931







          Si pudiera mirar una película de Chaplin una y otra vez para el resto de mi vida, esa sería Luces de la Ciudad. Fue el mayor riesgo corrido en toda su obra y poco después, el mayor triunfo obtenido. El riesgo derivaba de hacer un film mudo (A Comedy Romance in Pantomime como proclaman los títulos de crédito), cuando el cine se había volcado ya al sonido.

          El triunfo fue atravesar esa barrera y conseguir la aclamación del público y critica e inscribir al film entre las grandes obras cinematográficas del siglo.
De todas sus películas (con la posible excepción de Tiempos Modernos), Luces de la Ciudad ofrece la caracterización más completa del vagabundo. Sin familia, sin amigos o un lugar donde vivir, está parado fuera de nuestra realidad, a veces intentando entrar y a veces sin importarle la marginalidad. Como un niño, con un puro e inocente corazón y con los mejores motivos, se ofrece a la vida y a sus consecuencias.



     El difícil arte de ser un genio
        El amor no es fácil de reflejar ni de explicar, pues todos tenemos una concepción diferente del mismo, pero en esta película se habla más de él que en muchas investigaciones realizadas sobre el tema. Emocionalmente aflora sentimientos del amor más puro. Ves qué siente por la chica y qué está dispuesto a hacer por ella. Si la heroína no puedo verlo, puede sentir ese amor y eso es lo maravilloso de la cinta, la sencillez y la simpleza con la que plasma el sentir de los protagonistas, sin necesidad de ninguna palabra. Como lo expone Chaplin siempre tuvo el problema de que las intérpretes femeninas de sus films aparezcan interesadas hacia un vagabundo, hecho que no parecía lógico.

        El modo en que lo soluciona, es llevando a su personaje por diferentes caminos hasta lograr su cometido; por ejemplo, en La Quimera del Oro (The Gold Rush 1925) la protagonista no se enamora de Charlot en el momento de conocerlo, sino que es un largo transitar de burla, lástima y compasión para derivar en algo parecido al amor.

        Frente a este dilema, en Luces de la Ciudad ideó que la florista fuera ciega y creyera ser ayudada por un caballero elegante, confusión que se aclara dramáticamente al final. También agrega un dato esencial para ese desenlace y es el del millonario, que cuando esta ebrio es gentil y amable y lo considera un igual, pero al abstenerse lo desprecia y lo aparta.
Sin embargo, ¿cómo lograr que una ciega confunda a su benefactor con un millonario? El sonido de la puerta del auto y el arranque. Son los que resuenan a riqueza y hacen el truco. En esta instancia la pista de sonido hubiera ayudado, pero él y Cherrill, deben transmitir la confusión de ella y el entendimiento de él, de lo que sucedió, con un pensamiento mímico.

         Fácil de decir pero difícil de interpretar, ya que la cinta tenía música y palabras incoherentes, pero era esencialmente un film mudo. Esta escena era la más importante y de ella dependía toda la magia de la película. Así pasaron semana tras semana, repitiendo una y otra vez la misma escena (342 veces para ser exactos).



Como hacer comedias y no morir en el intento
         Las expectativas de la comedia muda no eran fáciles de satisfacer, especialmente para Chaplin. A diferencia de sus rivales, Keaton y Lloyd, él hacia todo. Nunca tuvo guionistas que lo ayudarán a describir su forma de ver al humor en sus historias, construía sus rutinas desde sus pies hasta su cabeza y las ensayaba incontables veces. Luego de toma tras toma las extendía y las simplificaba a su gusto. Dirigía a los actores interpretando todos los papeles, de forma que el fue la florista ciega, el millonario y hasta al niño vendedor de periódicos.

          Hasta el colmo llevó su perfeccionismo que llegó a despedir a Virginia Cherrill por no comprender la escena de la flor y pensó en rodar todo de nuevo con Georgia Hale, pero comprendió que su primera opción era la correcta, por lo que volvió a contratarla. También el actor que un primer lugar haría de millonario, fue despedido porque al final de un agotador día de trabajo y un fuerte resfriado, se negaba a tirarse de nuevo al agua fría.

        De vez en cuando mostraba a los visitantes del set las escenas que había terminado de rodar, para indagar si era comprensible como el quería que fuera “comprensible” lo que estaba allí plasmado. En los largometrajes no se puede hacer solo comedia, se termina por aburrir al espectador. Para poder perfeccionar sus films de comedias, Chaplin incorpora romance, sentimentalismo (a veces en demasía) y algo de tragedia. Juega con la sensiblería y hace que te sientas profundamente sentimental.

         De esa mezcla se sustenta Luces de la Ciudad, por ejemplo, la presentación del vagabundo roncando con indiferencia sobre la estatua fue una de las mejores entradas cómicas de sus films, el encuentro con la florista en la puerta de la mansión y la despedida en las escaleras de su casa, esta lleno de ternura, y así a través de toda la historia, vamos desfilando por toda clase de emociones.

Los sonidos del silencio
          También la música juega un papel esencial en esta fábula de amor. Si bien, hay quienes dicen que las composiciones musicales de Chaplin son terriblemente cursi y pasadas de moda (de hecho la mayoría lo eran), se adaptan prodigiosamente a cada historia, realzando en detalle cada escena. De la música se sujeta de por si, toda la escena final.

         En toda la película La Violetera nos va guiando en cada uno de los encuentros entre nuestro héroe y su amada, pero es al final donde la escuchamos más compasada, remarcando el sentido trágico del momento, para enmarcar perfectamente esa hermosa composición de imágenes como una de las conclusiones más perfectas en la historia del cine.Ya que ni con todas las palabras del mundo (sea cual fuere el idioma) se puede describir.

         No caeré en la simplicidad de describir ese tramo del film, porque debo dejar que cada uno juzgue con su propio criterio. En una época cuando las películas de superproducción confunden "más grande" y "más ruidoso" con "mejor", creo que es necesario volver a esas "silenciosas" que son fuente de gran placer y deleite. Y si además vienen con el sello de un genio... se convierten doblemente en indispensables. Por Gabriela Sculco



“…Con multitudes expectantes, se estrenó anoche Luces de la Ciudad. La primera película de Chaplin en dos años demostró que el silencio todavía es valioso. Luces de la Ciudad es una película muda, lo cual constituye un acierto porque si hubiera sido hablada, las risas y los aplausos del público habrían ahogado las palabras…”
Rose Pelswick
, New Cork Evening Journal

3 comentarios:

  1. Todo bien Gaby con Luces de la ciudad... pero sigo pensando q lo mejor de Charles son sus pelis sonoras con Monsieur Verdoux y El Gran Dictador a la cabeza... más personales, "reales" y fuertes... la seguimos...

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  2. Round 3: Ok, ok... pero yo estoy hablando de Charles "todo"...
    el "mudo" pertenece a Buster Keaton...
    O no srta.?...

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  3. Round 4: Comparate el final de Luces con el de la General y te vas a ver en figuritas!!!! Chiquito

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