El momento había llegado, no pude dormir en días. Hasta este bar escondido llegué para entrevistarlos. Hervía de los nervios. El ruido de la puerta y los dos metros de Julio entrando asustan. Su andar lento tampoco ayuda como para no causar más impresión. Apenas sentarse pidió permiso para fumar su pipa cuando entra Luis de forma entusiasta saludando con simpleza y diciendo:
-¡Saquen esa radio y pongan jazz! sabiendo del gusto afín con el literato.
Último en llegar y de forma ruidosa, Leonardo puso el buen humor. Sentándose con el respaldo hacia adelante pidió si alguno se podía hacer unos buenos mates. El mejor parecido de los tres a pesar de esos pañuelos eternos ocultando un mal injerto capilar. Julio y Luis tienen cuerpos alargados como robots humanoides. Incluso sus rostros son metafísicos, irreales. Separados por una mesa mis tres máximos exponentes argentinos. Aunque Cortázar nació en Bélgica, Favio en un pueblito de mala muerte de Mendoza y Luis Alberto Spinetta en su Belgrano de clase media alta, el argentinismo rebosa pasión.
Ordenando papeles y ocultando nervios, no sabía para donde iría la charla pero si tenía en claro lo que no tenía que preguntar. Luis todavía seguía molesto porque Favio hizo famoso primero y transformó su Tema de Pototo en Para saber lo que es la soledad. La política era otro tabú debido al antiperonismo de Julio y en cuanto Favio era “casi” el mismo Perón. El Flaco era un caso extraño de militante peronista que apoyó a Alfonsín y luego a Kirchner.
Todo me hizo pensar en que se parecían un escritor, un cineasta y un músico además de la apariencia siempre juvenil. Los grandes hombres al igual que las cosas bellas siempre tienen algo en común dijo una vez Truffaut. Entonces hilé que los cuentos de Cortázar pasaron al cine, que el director de cine cantaba y el músico hizo bandas sonoras de películas. Incluso sus últimas obras tienen una cierta conexión. La película de Leonardo es solo musical como le gusta a Luis, el disco de éste fue con una gran impronta jazzera como le gusta a Julio y su último libro es el mas político y hasta defendiendo los mismos valores que pregonó siempre Leonardo. Los tres conformaban un círculo mágico y misterioso de libertad, valores y gusto estético en partes iguales.
Mientras escuchaba el murmullo donde Fellini era el punto en común, me sentí un privilegiado. Me acomodé en la silla, prendí el grabador, tragué saliva y me animé a decir con una gran sonrisa:
-Buenas tardes gente, comencemos…