
Volviendo al film, los hermanos Andy y Larry Wachowski demuestran fidelidad total a la serie de TV tanto en el guión como en la caracterización de los personajes (el casting parece el ideal posible). También como en la serie, lo primordial de la vida de Meteoro es además de ganar las carreras su familia, donde la historia de su desaparecido hermano mayor (Rex Racer) es de gran importancia.

Como si la estética surrealista del Willy Wonka de Tim Burton explotara en una licuadora pop, así de exagerada es la sensación entre flashbacks, superposiciones, peleas kitsch y autos de cartoon (ni hablar si la vemos en el nuevo formato IMAX).
Emociona ver la carrera del desierto, uno de los mejores capítulos de la serie, en un videoclip gigante que muestra la destreza de los pilotos y que es la mejor escena del film por espectacularidad. Todo con el sello Wachowski que mas allá de aciertos y pifies, se lo podría considerar ya cine de autor.

Ahora, los problemas de Speed Racer no son pocos. Esa estética kitsch llega a saturar solo por acumulación. Su duración que atenta contra los infantes (le sobran 30 minutos mínimo) y una ideología que se queda pobre para los tiempos que corren. Solo la historia de corrupción de un magnate y los asuntos familiares no son suficientes. Por eso no sorprende que las palmas se las lleve Paulie Litt como el hermano menor Chispita jugando chistes sencillos junto a su compañero mono Chito, queribles por igual.

La sensación luego de atravesar este parque de diversiones visual es la de haber presenciado un híbrido aunque la escena final en la que Meteoro baja del auto como en la intro de TV, debo reconocer que me pagó la entrada.
