El arte de estacionar en doble fila

         Se suele decir que la calle tiene dueño y los que se disputan ese extraño título son los colectiveros y taxistas, ellos se llevan todas las palmas del odio vehicular. Completando el cuadro están los caóticos y salvajes motociclistas, donde el ejemplo máximo son los temidos y desquiciados repartidores de delivery.

         Pero existe otros sub-grupo callejero aún más despreciable y más molesto por su rasgo principal: un marcado egoísmo. Ellos son los famosos: “Conductores que estacionan en doble fila”.

          Los podríamos dividir en tres clases de importancia. El primero es el light, donde uno podría hacer la vista gorda. Como las mamás que abarrotan las calles frente a los colegios y que apilan los autos estacionados hasta en ¡triple fila!. Y suelen esperar 15 minutos o más hasta que salga su vástago. A fin de cuentas son mujeres al volante, otro peligro añadido extra.

         En el nivel intermedio de peligrosidad están los abandónicos, los que dejan su auto a la deriva y hasta a veces sin las balizas puestas. El tiempo parece algo relativo para ellos, mientras tanto los que circulamos vamos haciendo malabares para pasar en el espacio reducido que nos dejan.

         Si por casualidad (o justicia) aparece su auto abollado, no parece importarles mucho por su conducta. Despreciables igual. Pasemos al peor ejemplo de todos. El que se queda en el propio auto, mirando con soberbia a los que pasan tocando bocina como diciendo: ¿Y qué? ¡yo me la banco! Hasta se enojan ellos todavía!

         Ni hablar de los que practican esto por las finas calles del microcentro argentino. Aún peores son los que se quedan del lado de afuera del auto, apoyados

con los codos sobre el techo, mirando y disfrutando el caos. No exagero, miren si estacionar en doble fila está tan mal visto que solo son castigadas con mas severidad, en cuanto a valor de multa, las infracciones de pasar un semáforo en rojo o manejar en contramano.

          Gente “doblefilera”: ¡Son imbancables! Y las preguntas que surgen son: ¿Por qué lo hacen? ¿Inconciencia? ¿Falta de respeto al prójimo? ¿Falta de sentido común? ¿De cultura vial? ¿No podrían estacionar a dos cuadras del lugar donde esperan y… caminar?

           De cualquier manera... una manga de hijos de puta.