Con The Flash se prometía un fin y comienzo del nuevo multiverso DC con la participación de viejos Batman y el plus personal de ser realizada por director argentino. Mi expectativa fue acumulándose porque el gancho era esa melancolía de combinar pasado y presente. Luego del esperado visionado no me defraudó.
Ambiciosa, lúdica, amorfa, naif y espectacular por donde se la mire, me asombra el ritmo alcanzado donde la acumulación de eventos no apaga la sensación de asombro. Llena de cameos esperables y sorpresivos, el Batman de Keaton inunda la pantalla para no soltarla.
Claro que no es ni de cerca una obra maestra, pero las fallas del CGI y de un guión sin un presunto villano real no mitigaron mis ganas de volver a verla, aunque quede ese sabor amargo por el fin de ciclo de personajes queribles (y que DC nunca supo manejar del todo bien).
En fin, sensaciones de gente grande.