El mural inicial del amor incondicional que demuestra la gente y la ciudad de Nápoles por Maradona, fue realizado en 1990 cuando lograron el segundo campeonato. Precario y casi sin lógica con la figura humana, es simpático y enternecedor por la devoción y las palabras de Ciro, persona que habita ese espacio de la vivienda.
"Nunca dejamos abierta esa ventana, es demasiado importante para mí. Mi mujer —que siente con la cabeza— y yo la abrimos de vez en cuando, en todo caso si es muy temprano por la mañana y no hay gente. La dejamos completamente abierta solo cuando es estrictamente necesario, como cuando tenemos que limpiar".
"Nunca dejamos abierta esa ventana, es demasiado importante para mí. Mi mujer —que siente con la cabeza— y yo la abrimos de vez en cuando, en todo caso si es muy temprano por la mañana y no hay gente. La dejamos completamente abierta solo cuando es estrictamente necesario, como cuando tenemos que limpiar".
"Le llamas dios pero yo no lo conozco, tu dios vive en el cielo y nosotros estamos en una zanja, mi D10 no justifica contradicciones, toma partido y pelea, no se refiere al mañana, no debe encarnar mis aspiraciones, come conmigo, nos manoseamos. Lo llamas dios, pero mi D10 no vive en el cielo, ni siquiera sabe volar si lo necesito, no tengo que rezar para que no divida las aguas, no multiplique los panes, mi D10 es mi panza y mueve las manos".
"Quiero convertirme en el ídolo de los niños pobres de Nápoles, porque son como yo en Buenos Aires".
"Ningún pueblo me ha amado tanto como los napolitanos.
A mí Nápoles me lo ha dado todo".
A mí Nápoles me lo ha dado todo".
Diego Armando Maradona