Mi fanatismo por las estatuas hizo que idolatre a la favorita de muchos, El David de Miguel Angel, proeza de la antiguedad por la calidad de su artista, modo de construcción (un solo bloque de mármol de más de 5 metros) y realizada en solo 3 años con ayuda de sus alumnos. Todo surge por enterarme que se colocó una copia en 2024 en un parque de Resistencia, Chaco, provincia argentina lejana (todo es lejos aquí) y soñar con poder admirarla algún día.
La sorpresa la da que es copia en 3D de otra que está... a metros de mi casa. No solo eso, sino que es molde exacto del original llegada al país en 1910 por el centenario argentino, traída por el artista Ernesto De La Cárcova, que le da nombre al pequeño museo que la contiene.
Hacia allí fui por ella, la observé y quedé más fascinado aún que antes. Bella mole que impacta, maravilla del arte, eso que nos acompaña y mejora la vida en un sentido diferente al familiar y a la realización personal.
"Lo que Zidane hizo con un balón, Maradona lo hizo con una naranja".
Michel Platini, jugador francés
"Fue una persona que sentía y luchaba por los humildes". Evo Morales, presidente de Bolivia
"La dimensión de Maradona para mi Nación es casi sagrada".
César Luis Menotti, técnico argentino
"Está mas a la altura de San Martín que de otro jugador". Jorge Valdano, jugador argentino
Mi amor por Maradona lo hace importante en mi vida por ser parte desde mi infancia y transformarse en un compañero de ruta. Ser un amigo a la distancia, uno que no se quiere conocer para no perder esa amistad imperfecta, etérea, a base de alegrías breves y eternas. Como no quererlo, imposible no amarlo. Amigo ambiguo que se quiere de forma completa, sin elegir solo cualidades. Falopero,
bígamo, infiel, millonario, amigo/enemigo del poder, machista, bisexual,
mentiroso, caprichoso, intratable. Claro, también compañero del pobre, genial con la pelota,
humilde de corazón (no de imagen, nunca careta), bostero pero ídolo de todos los colores, leal, familiero,
generoso con todos.
Un Dios a la manera griega,
de esos que amaban a sus hijos y que podían comérselos. Uno con iglesia propia (ni Cristo la tuvo en vida), una forma de ser y ver el mundo que me acompaña en el sentir. Diego es una forma de música de fondo en la banda sonora que me cobija.
Según Signorini, su preparador físico, Diego decía que le hubiera gustado ser El Che sin darse cuenta, que a su manera, lo fue. Niño de villa miseria a millonario que defendió los mismos valores de cuando era "pobre". Me dio mucho en forma de vivencias,
alegrías, orgullo, frases y hasta me reía con sus incongruencias. Viajé con él donde fue, estuve ahí donde él estaba.
Por eso hoy y hasta el fin, seguirá este amor incondicional.
Son muchas las huellas e infinitas quedan fuera. No se puede tanto Diego, aunque nunca sea suficiente. Los recuerdos que
se amontonan siguen la premisa del inicio: cuando se muere un ser querido, cada
detalle, cada foto que aparece, cada video nos recuerda un gesto nuevo, nos
trae una nueva frase, no permite evocar un tiempo que ya no será. Pero cuando
un ser querido se nos muere a tantos, cada huella que dejó se vuelve a desandar
como una manera colectiva de mantenerlo vivo. Ya no solo en el recuerdo; vivo.
Por eso parece que nunca se fue: por la vigencia de su huella marrón, entre la
tierra del potrero y el barro aceitoso del Riachuelo, la indeleble, la contradictoria,
la rebelde, la precisa. La que supo abrazar al barrio y odiar a poderosos y
villanos.” Nadia Fink, Diegologías 2024
“El que habla de presión es porque se está
escondiendo. El fútbol es motivación y el que no lo crea así que no juegue más.
Presión tiene el tipo que se levanta a las 5 de la mañana y no tiene para
llevar el pan a la casa. Esa es la verdad.”
Me gusta de Fito que además de ser uno de los grandes músicos argentinos tiene esa lucidez que raya en lo antipático. Sus opiniones sobre todo son acertadas pero como si lo hiciera con un bisturí a veces incómodo.
Dejo un extracto de su próximo libro de ensayos porque además lo hace todo (música, cine, letras) y en general, lo hace bien.
ELOGIO DE LA MUSICA
Por Fito Páez
Amo
la música. Sé de su profundo poder sobre las personas. De los que la
inventamos, la interpretamos y la escuchamos. De los efectos positivos
de la musicoterapia en la recuperación y sanación en pacientes de todo
tipo, de la fuente de acompañamiento que representa en infinidad de
personas desde tiempos inmemoriales, de la profunda alegría que
despierta en los cuerpos y en los espíritus.
La música sí que libera. A
menos que te hayas olvidado que sos una persona irrepetible, hay que
saber que la música viene a recordártelo todo el tiempo. Aquí su
carácter único y desalienante. De la misma manera que cuando se nombra
que si hace mal no es amor, podemos afirmar que cuando hace mal, no es
música. Lo que sale intoxicado de los parlantes va a la aire. En el aire
se mueve la energía. Energía muchas veces intoxicada de desidia y
desamor por la música. Que daña. Lo desnaturalizado de la creación
amorosa nunca hace bien.
La música incluso en sus momentos alegóricos,
tristes o de extrañamiento de nuestra existencia posee el don de la
liberación de esos sentimientos a través del llanto o alguna emoción
profunda que termina por exorcizarlos o manifestarlos de una u otra
manera.
La música es positiva. Ayuda, acompaña, enseña, cura y transforma. Es
una materia mística y alquímica por fuera de sus perfectas formas
matemáticas. Ayuda al baile. Le da ritmo a la poesía y a la prosa.
Armoniza los colores de los artistas plásticos. Le da sensualidad a la
escultura. Templa la mirada. Enrarece el confort.
Este elogio de la música tiene una finalidad poética. Restauradora.
La música como arma contra todos los males de este mundo.
Cuando realize el colegio secundario (12 a 17 años de edad), coincidió con un período de cambio social donde se aceptaba la concurrencia de mujeres junto a varones en los colegios religiosos. A pedido de nuestro curso se permitió musicalizar los recreos, todo un logro. La regla de los curas franciscanos era que sea solo musica en español y de ser extranjera, solo instrumental.
Desde el primer día quise que incluyeran alguna de mi gusto para esos escasos minutos diarios y un día lo logré. Llevé mi cassette con entusiasmo con la canción elegida, una intrascendente de una banda muy favorita de esos mediados 80's pero que sirvió para mi orgullo melómano.
Detalle mínimo de mi adolescencia pero que aún hoy recuerdo con simpatía.
Huracán, mi querido Globo de Parque Patricios llegó a la
final del campeonato argentino y todo era fiesta. Viajar en micro a un estadio de primer nivel en una provincia lejana acompañado de mi hija mayor,
mi hermano menor y el compañero de colegio secundario que me hizo hincha de este club (con su hija). Un placer con algunos matices y dificultades.
Mil kilómetros de distancia, estación de micros con 91 de ellos repletos de hinchas, organización caótica, espera de más de 3 horas y salida desde
andén 1, número 10 que daba indicios de Diego yde una presunta buena suerte. Llegada luego de 18! horas de viaje, nos dejaron a 4 kilómetros del estadio y caminata posterior de más de una hora para llegar al nuevo y hermoso estadio de la provincia de Santiago del Estero.
Spoiler alert para el que no sepa de fútbol
argentino: Perdimos... como casi siempre. Lo bueno de ser protagonistas estos últimos años con la dificultad de que ser hincha de Huracán tiene estas cosas.
No tiene nombre la calle donde está ubicado el estadio je
Curiosidad hermosa: una "Quemera" española
La vuelta fue agridulce por lo malo de la derrota y lo bueno de la vivencia gratificante por el viaje y la experiencia con la gente que uno quiere.
Estuve con la nueva estatua de Diego. Un sueño que nunca pensé cumplir.
Además orgullo por ocupar 2/3 del estadio
Pero bueno, no hay que rendirse, nos veremos en alguna otra final ¡Globito querido!