"Lo que Zidane hizo con un balón, Maradona lo hizo con una naranja".
Michel Platini, jugador francés
"Fue una persona que sentía y luchaba por los humildes". Evo Morales, presidente de Bolivia
"La dimensión de Maradona para mi Nación es casi sagrada".
César Luis Menotti, técnico argentino
"Está mas a la altura de San Martín que de otro jugador". Jorge Valdano, jugador argentino
Mi amor por Maradona lo hace importante en mi vida por ser parte desde mi infancia y transformarse en un compañero de ruta. Ser un amigo a la distancia, uno que no se quiere conocer para no perder esa amistad imperfecta, etérea, a base de alegrías breves y eternas. Como no quererlo, imposible no amarlo. Amigo ambiguo que se quiere de forma completa, sin elegir solo cualidades. Falopero,
bígamo, infiel, millonario, amigo/enemigo del poder, machista, bisexual,
mentiroso, caprichoso, intratable. Claro, también compañero del pobre, genial con la pelota,
humilde de corazón (no de imagen, nunca careta), bostero pero ídolo de todos los colores, leal, familiero,
generoso con todos.
Un Dios a la manera griega,
de esos que amaban a sus hijos y que podían comérselos. Uno con iglesia propia (ni Cristo la tuvo en vida), una forma de ser y ver el mundo que me acompaña en el sentir. Diego es una forma de música de fondo en la banda sonora que me cobija.
Según Signorini, su preparador físico, Diego decía que le hubiera gustado ser El Che sin darse cuenta, que a su manera, lo fue. Niño de villa miseria a millonario que defendió los mismos valores de cuando era "pobre". Me dio mucho en forma de vivencias,
alegrías, orgullo, frases y hasta me reía con sus incongruencias. Viajé con él donde fue, estuve ahí donde él estaba.
Por eso hoy y hasta el fin, seguirá este amor incondicional.
Son muchas las huellas e infinitas quedan fuera. No se puede tanto Diego, aunque nunca sea suficiente. Los recuerdos que
se amontonan siguen la premisa del inicio: cuando se muere un ser querido, cada
detalle, cada foto que aparece, cada video nos recuerda un gesto nuevo, nos
trae una nueva frase, no permite evocar un tiempo que ya no será. Pero cuando
un ser querido se nos muere a tantos, cada huella que dejó se vuelve a desandar
como una manera colectiva de mantenerlo vivo. Ya no solo en el recuerdo; vivo.
Por eso parece que nunca se fue: por la vigencia de su huella marrón, entre la
tierra del potrero y el barro aceitoso del Riachuelo, la indeleble, la contradictoria,
la rebelde, la precisa. La que supo abrazar al barrio y odiar a poderosos y
villanos.” Nadia Fink, Diegologías 2024
“El que habla de presión es porque se está
escondiendo. El fútbol es motivación y el que no lo crea así que no juegue más.
Presión tiene el tipo que se levanta a las 5 de la mañana y no tiene para
llevar el pan a la casa. Esa es la verdad.”
Huracán, mi querido Globo de Parque Patricios llegó a la
final del campeonato argentino y todo era fiesta. Viajar en micro a un estadio de primer nivel en una provincia lejana acompañado de mi hija mayor,
mi hermano menor y el compañero de colegio secundario que me hizo hincha de este club (con su hija). Un placer con algunos matices y dificultades.
Mil kilómetros de distancia, estación de micros con 91 de ellos repletos de hinchas, organización caótica, espera de más de 3 horas y salida desde
andén 1, número 10 que daba indicios de Diego yde una presunta buena suerte. Llegada luego de 18! horas de viaje, nos dejaron a 4 kilómetros del estadio y caminata posterior de más de una hora para llegar al nuevo y hermoso estadio de la provincia de Santiago del Estero.
Spoiler alert para el que no sepa de fútbol
argentino: Perdimos... como casi siempre. Lo bueno de ser protagonistas estos últimos años con la dificultad de que ser hincha de Huracán tiene estas cosas.
No tiene nombre la calle donde está ubicado el estadio je
Curiosidad hermosa: una "Quemera" española
La vuelta fue agridulce por lo malo de la derrota y lo bueno de la vivencia gratificante por el viaje y la experiencia con la gente que uno quiere.
Estuve con la nueva estatua de Diego. Un sueño que nunca pensé cumplir.
Además orgullo por ocupar 2/3 del estadio
Pero bueno, no hay que rendirse, nos veremos en alguna otra final ¡Globito querido!
Me dio mucha ternura el conocer la canción "Margaritas" que le dedicó Dalma Maradona a su papá, a dos años exactos de su muerte. Hace referencia a esa foto mítica en un entrenamiento de Diego en Nápoles y donde hoy todavía no se encontró a su autor.
Hay muchas canciones sobre él pero la importancia de ésta la da el hecho de que es la única realizada por un familiar. Y será la primera de mi lista sobre las canciones de Maradona.
La canción se llama como Margarita, una de mis hijas y la propia Dalma nació un 2 de Abril como mi hijo menor Gael (además es la hija mayor como mi hija Gricel). Referencias forzadas claro que sí, porque tratan sobre mi querido Diego.
Entrenando con las margaritas
MARGARITAS
Corazón, con tu sonrisa yo ilumino nuestros años,
te pediría que me lleves de la mano, a donde quieras llevarme,
Siempre volveremos a bailar…
Con tu amor, serán eternos
los recuerdos de mi alma,
y en el perfume de tu habano las palabras
se volverán mi poesía
Siempre para vos voy a cantar…
Babu lindo no te olvides
siempre vamos a sentirte
una bruja ,una ciudad, un rey, un pompón y un color…
Mi primer ídolo fue mi padrino Melchor, su personalidad me resultaba ideal en mi niñez y yo quería ser él. Me hizo hincha de Boca y tuvo que ver (de una manera lateral), con la contratacion de Maradona en Boca en el 81'. Hasta hablamos con Roberto Mouzo en las escaleras de la Bombonera, emocionante a esa edad. Desde ahí habrá germinado mi fanatismo por Diego.
Recuerdo un partido junto a mi padrino, mi hermano y mi papá, donde el Boca de Maradona goleó a San Lorenzo, donde mi padre se retiró antes de finalizado aduciendo que tenía que ir a trabajar a su bar (que estaba a pocos metros del estadio).
Todo argentino que lo vivió por tv, recuerda bien donde estaba ese día del Argentina - Inglaterra del mundial 86'. Del primer gol no recuerdo nada pero del segundo si de mi reacción: tomarme la cabeza entre las manos, apoyando con los codos en las rodillas. No había forma de hacerle honor con un festejo a esa maravilla de jugada.
Un mediodía de pandemia, prendo mi computadora y me entero -sin anestesia- de la muerte de Diego. La ironía es que llevaba puesta una remera con su figura de ese año 81'. Cuando mi pareja se levanta y me pregunta que me pasa por mi gesto sorprendido y triste, le muestro los titulares sin hablar y se va al baño a llorarlo.
Maradona representa (y lo hace hoy aún con más fuerza), un pedazo de mi historia.
"Pensada para fans, para quienes quieren mostrarle a sus hijos qué
representó Diego, o para aquellos que simplemente lo extrañan y desean
redescubrir al ídolo. Una exhibición sin precedentes en el mundo del
fútbol."
No hacia falta que me convenzan porque apenas supe de la exposición de Maradona en mi ciudad, sabía que debía ir. Y si era acompañado por mis hijos mejor. Fue de la partida Gael que no estaba convencido de ir y luego del recorrido, se quería quedar dentro de la muestra.
Para alguien que sabe y vió mucho de Diego no hubo sorpresas, pero también el disfrute estaba asegurado. Filmaciones, memorabilia, realidad virtual, juegos con pelota infantiles; un recorrido no extenso pero completo. Con objetos al parecer de la propia familia, mucho de lo expuesto es de un fan común, pero se agradece la intención. Nunca es mucho Maradona.
Maradona, siempre presente en mi vida. Y está muy bien que sea así.
Dedicatoria en la autobiografía de Martin Palermo, el gran 9 de Boca Juniors, hacia Diego
Sus legendarios botines Puma. Desde mi infancia que por "culpa" de él solo elijo esa marca para la compra de cualquier zapatilla
Un Gael espontáneo y
una pose de crack
Parte final de la muestra con ofrendas de la gente (presumo en su funeral)
Descanso familiar a la salida
Legado de 10
“Me gusta ser Diego, Pelusa, Maradona, hijo de puta, bueno, normal, ignorante, me gusta ser como soy”.
El
segundo gol, el más importante de la historia del fútbol, se lo hizo
Diego a la selección inglesa. El primero, el más importante de la
historia argentina, se lo hizo Diego a Inglaterra.
Fin de año, balance, deseos y este espacio que sigue cumpliendo años. Fue en Septiembre pero nunca es tarde para celebrarlo. 18 años de un blog que sigue siendo ese lugar anacrónico, agradable para escribir y mostrar una mínima parte de uno e interactuar con los conocidos de siempre.
Valoro el no dejar de haber publicado en ningún mes del año. En un recuento del 2024 da pérdida: se fue mi perra Ana, se fue Nadal del tenis, sigo extrañando a Maradona y en cuanto a Argentina, somos gobernados por un excéntrico(sic) de la derecha liberal y vaya a saber dónde vamos a ir a parar con tanto ajuste y recorte de derechos.
Año difícil, de conflictos, olvidable tanto para mí como para mis seres cercanos y queridos. Chau 2024, hasta nunca.
Rafael Nadal: 20 Golpes que si no hubieran sido grabados, nadie se creeria
Llegan las fiestas de fin de año y todo gira en torno al festejo y el comenzar de buena manera un un nuevo año (y espero que sea mejor).
No falta la tarjeta navideña de la genia bloguera Mónica, donde individualiza en su gran entrada a cada bloguero participante, esos románticos que todavía siguen escribiendo opiniones y relatos en los blogs.
Saludos a todos ellos por su perseverancia y buena onda.
Y recuerden que nuestro bello D10S nos mira a todos desde el cielo...
30/10/60. Ese día nació el argentino más famoso de todos los tiempos. Como no festejar ese hombre que nos acompañó, apoyó y brindó hermosos momentos (y grandes frases). Se festejará por siempre.
“Hola, soy Diego. Acabo de cumplir 56 años y a los hinchas
argentinos, a los maradoneanos, los de Boca, los de Argentinos, a los de
Newell's, a toda la Argentina, gracias por todos los mensajes, gracias
por el cariño, gracias por pensar en el Diego de la gente”
“Lo mejor que me pasó en estos 51 años es mi nieto Benjamín. No tiene comparación con nada. Ni siquiera con el gol a los ingleses”
Relato que tanto me hubiese gustado escribir porque me representa en un 100%, realizado por Fernando, periodista del diario Página 12 donde habla de la dicotomía propia de los argentinos en torno a Messi/Maradona.
Texto poético, con humor y sentimiento de un "dieguista" (como corresponde a todo hombre mayor), decía que solo un argentino lo podría entender pero me olvido de los napolitanos, que son aún, más fanáticos que nosotros. Para amantes de Maradona, Messi y el fútbol argentino. Disfruten.
Por Fernando Tranfo 17 de octubre de 2024 - Diario Página 12
Una sola cosa no le perdono a Maradona, entre tantas, inagotables otras que le agradezco eternamente: que ‘por su culpa’ no he podido amar a Messi. No he podido. Nada, ni un poquito, ni un rato, ni una jugada. Un verdadero escándalo para alguien como yo, que se dice amante de la belleza. La monogamia y el monoteísmo me imponían con furia medieval una fidelidad que no aceptaba nada que no sea un amor exclusivo, posesivo, demandante.
Nada. Ni poliamor, ni una cañita al aire. Ni politeísmo, ni ecumenismo. Fue retirarse Maradona e iniciar una viudez típica de mi abuela italiana, ese duelo que impedía sonreír o llorar ante todo lo que no fuera la foto o la tumba del marido ausente.
No he podido ‘ver’a Messi. Lo he intentado, procuré dejarme fluir ante la evidencia de su genio, pero no pude. Para colmo, tengo amigos que dicen amar con igual ardor a Diego y a Lío. Me emociona, realmente, ver a gente que hace la estatua de Lío sin fundir la de Diego. Me parece, de hecho, un acto de justicia poética y deportiva esa bandera con el rostro de ambos flameando en las canchas. Pero… Ah, yo ni siquiera podía, como me sugería mi joven amigo Mati Marongo, “querer a Messi, con la foto de Diego en la mesita de luz”.
Nunca he estado cómodo con mi ceguera. La he vivido como un verdadero drama, como una especie de hemiplejia futbolera. He padecido esa obsesión, toda vez que alguien aludía a Lío, de escuchar la parásita frase: “No, pero el Diego…”. Por eso, a diferencia de casi todos los pertenecientes a la comunidad maradoniana, yo he procurado entender la devoción ‘messiánica’; he intentado, ya que no la empatía, al menos una especie de tregua racional ante los sentimientos de los fanáticos de Lionel. Pero… no hace tanto, en un asado... tres de la mañana, ríos de vino, risotadas desenfrenadas, párpados derrotados, abrazos yuxtapuestos… y alguno de golpe inició la detonación de un destino:
-Y ahora que Messi levantó la copa, ¿qué vas a decir? –me interpeló uno, que no era tan amigo como para inquirirme de ese modo.
Tomé aire, mucho aire; pero, claro, antes había tomado mucho vino. Preferí, no obstante, la reflexión conciliatoria:
¿Qué voy a decir? Que estoy feliz, que por fin abracé a mis hijos sin joderlos con mi melancolía ‘ochentiseisca’, que creo que Messi campeón del mundo es uno de los actos de justicia deportiva más grande de todos los tiempos…
Entonces ese bobo al que Messi le preguntaría “¿Qué mirás?” dijo lo que jamás hay que decir cuando hay en una misma mesa maradonianos, vino y cuchillos.
Es el acto de justicia más grande de todos los tiempos, porque se hizo justicia con el más grande de todos los tiempos…
Ahora no tomé aire; tomé más vino. Mucho vino, y dije:
Aún debajo de esa cara de mamerto que tenés, que aniquila cualquier fisonomía, se nota que rondás los cincuenta años. Y nadie, en Argentina, con tu edad, puede decir que alguien es mejor que Diego. Eso lo puede decir un nene, un adolescente o un catalán… un cincuentón como vos no lo puede decir. Bueno, ya lo dijiste, lo que quiero que quede claro es que no voy a permitir delante de mí, en un asado, en Argentina, que alguien lo diga…
El devoto de Lío acercó su cara a la mía y escaló el conflicto: ¿Y quién me lo va a impedir? –preguntó, retóricamente. Dicen los que estaban allí que mi cara se transformó, que tomé un cuchillo, le di uno a él y, como Dahlmann, salí a la calle. Dicen que hubo bravuconadas de patio de escuela, pero con cuchillos flameando. Vuelto de ese oprobio, decidí tomar una decisión que venía meditando hacía un tiempo: ‘curarme’, no de mi amor a Diego, pero sí de su aspecto nocivo; el que no me permite querer al genio rosarino.
Pensé: si terapias cognitivo-conductuales pueden torcer destinos de hierro como las adicciones o las fobias; ¿por qué no podría yo abolir ese maradonismo que me privaba de un disfrute sublime? Un amigo me dijo que en el barrio atendía un psiquiatra que había logrado que su tío aracnofóbico jugara con las tarántulas como si fueran un perro. Hacia él fui, pues, con la paradojal esperanza de los desesperados.
Todo lo que las sesiones fueron revelando era de una lucidez y una eficacia que rápidamente abortó mi indómita desconfianza en las clásicas terapias freudianas. Nada buchonear a nuestra madre; primero, programación lingüística: el hombre me pidió que, toda vez que una frase viniera a alojarse en modo obsesivo en mi mente la reformulara. Así, las clásicas “No, pero el Diego…”, “En la época del Diego…”, “El gol a los ingleses…”; rápidamente fueron suplidas por “Cada época tiene su genio…”, “Los Maradona, los Messi…”. Superada esta primera barrera apareció otra, ardua, que encaré con optimismo: el doctor me pidió que evitara por un tiempo –hasta que él lo indicara- ver videos de Diego. No fue fácil la abstinencia, pero en un par de semanas superé la prueba. Entonces… uf, qué desafío: debía, cuando asistía a una discusión entre maradonianos y messiánicos, ponerme del lado de estos últimos, tratando de elaborar argumentos que fortalecieran su devoción. Examen superado. Los meses pasaban y hasta yo mismo me sorprendía de mis logros; una noche, de hecho… ¡soñé con Messi! Me levanté llorando de emoción. Un domingo a la tarde, estando solo, me puse a ver videos de Lío; terminé yendo al otro día a comprar unos stickers suyos y los pegué en la heladera, al lado –geométrica y simbólicamente- del de Diego en México.
Estaba, por fin, saliendo de la peor soledad: la de quien no puede estar alegre donde todos lo están. Estaba, ya con Diego en el más allá, permitiéndome una noche de amor de viudo en plan de resetear su vida afectiva.
Una tarde, releyendo la Divina comedia, no me indigné cuando Dante afirma la superioridad de Aristóteles sobre el resto de los filósofos, relegando a Platón. Esa noche soñé que Dante me decía: “El verdadero genio no es aquel que permite decir de él que es el mejor de todos; sino aquel que impide que se diga que puede haber alguien mejor que él”. La cura estaba, al fin, por formalizarse.
Pero faltaba la última prueba. Anoche un grupo de fanáticos de Messi me invitó a una reunión devocional. No sólo me convocaron para que sea ‘uno de ellos’, sino que, en medio de la noche… ¡me pidieron que yo cerrara el evento dando un discurso! Tomé la palabra con una emoción que sólo me producía pensar en Diego. Superé las culpas de ultratumba y dije:
“Como ustedes saben, hace algún tiempo decidí librar una batalla contra un aspecto de mí que me ha hecho mucho mal: ese amor a Diego que me ha llevado, injustamente, a malquerer a Lionel. Él jamás mereció esto, y tuvo que cargar, ya que del ‘messías’ se trata, con esa cruz tan dolorosa e infame. Yo formé parte de esa caravana insólita, absurda, que creyó que la única manera de amar a Diego era no amar a Lionel. Yo era, ustedes saben, ese bravucón que en un asado no deja que nadie hable bien de Messi. Es realmente maravilloso que hayan tenido este gesto conmigo, que hayan preferido que fuera yo quien hablara y no, con todo derecho, uno de ustedes; tal vez porque, sencillamente, yo ahora soy uno de ustedes.
Por cierto, si yo fuese ahora el que era hace algunos meses estaría, ante un grupo de fieles a Lío, desplegando mis argumentos ‘anti’: que la actuación de Diego en el 86’ es incomparable, que su segundo gol a Inglaterra es el más grande acontecimiento de la historia del fútbol y de la historia argentina; que Diego brilló en equipos mediocres; que pudo ser el más grande futbolista siendo un deportista desastroso; que la belleza de su arte prescinde de la mera cantidad; que jamás lo escuché, ante un pregunta incómoda, contestar “Yo de eso prefiero no opinar”…
Estas cosas, seguramente, hubiera dicho yo hace unos meses ante un auditorio como ustedes. Y ahora estoy acá, para decirles –de pronto vi un cartel detrás de la multitud que pontificaba: “Messi: el más grande de la historia”-… Para decirles que todo lo que acabo decir lo sigo pensando y que ustedes, si creen que Messi fue el mejor de la historia… la tienen adentro”.
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