director con estilo propio, casi lo más importante que puede tener un artista. Un sello, una intención, una columna en la que se apoyan sus ideas. Cuando le quieren bajar el precio lo comparan -en desmedro- con Steven Spielberg y no se dan cuenta que eso ya es un elogio en sí.
Llaman a la puerta (2023) es tan buena como lo son sus buenas películas y eso me reconforta. En las últimas adapta guiones de otros porque no se puede ser original siempre. Kubrick no erraba nunca porque hacía películas cada 10 años. Shyamalan tiene una filmografía envidiable que muchos quisieran para ellos.
La revisión de Glass (2019) me confirma -por si hacía falta- lo gran contador de historias que es Shyamalan.