30/10/60. Ese día nació el argentino más famoso de todos los tiempos. Como no festejar ese hombre que nos acompañó, apoyó y brindó hermosos momentos (y grandes frases). Se festejará por siempre.
“Hola, soy Diego. Acabo de cumplir 56 años y a los hinchas
argentinos, a los maradoneanos, los de Boca, los de Argentinos, a los de
Newell's, a toda la Argentina, gracias por todos los mensajes, gracias
por el cariño, gracias por pensar en el Diego de la gente”
“Lo mejor que me pasó en estos 51 años es mi nieto Benjamín. No tiene comparación con nada. Ni siquiera con el gol a los ingleses”
Relato que tanto me hubiese gustado escribir porque me representa en un 100%, realizado por Fernando, periodista del diario Página 12 donde habla de la dicotomía propia de los argentinos en torno a Messi/Maradona.
Texto poético, con humor y sentimiento de un "dieguista" (como corresponde a todo hombre mayor), decía que solo un argentino lo podría entender pero me olvido de los napolitanos, que son aún, más fanáticos que nosotros. Para amantes de Maradona, Messi y el fútbol argentino. Disfruten.
Por Fernando Tranfo 17 de octubre de 2024 - Diario Página 12
Una sola cosa no le perdono a Maradona, entre tantas, inagotables otras que le agradezco eternamente: que ‘por su culpa’ no he podido amar a Messi. No he podido. Nada, ni un poquito, ni un rato, ni una jugada. Un verdadero escándalo para alguien como yo, que se dice amante de la belleza. La monogamia y el monoteísmo me imponían con furia medieval una fidelidad que no aceptaba nada que no sea un amor exclusivo, posesivo, demandante.
Nada. Ni poliamor, ni una cañita al aire. Ni politeísmo, ni ecumenismo. Fue retirarse Maradona e iniciar una viudez típica de mi abuela italiana, ese duelo que impedía sonreír o llorar ante todo lo que no fuera la foto o la tumba del marido ausente.
No he podido ‘ver’a Messi. Lo he intentado, procuré dejarme fluir ante la evidencia de su genio, pero no pude. Para colmo, tengo amigos que dicen amar con igual ardor a Diego y a Lío. Me emociona, realmente, ver a gente que hace la estatua de Lío sin fundir la de Diego. Me parece, de hecho, un acto de justicia poética y deportiva esa bandera con el rostro de ambos flameando en las canchas. Pero… Ah, yo ni siquiera podía, como me sugería mi joven amigo Mati Marongo, “querer a Messi, con la foto de Diego en la mesita de luz”.
Nunca he estado cómodo con mi ceguera. La he vivido como un verdadero drama, como una especie de hemiplejia futbolera. He padecido esa obsesión, toda vez que alguien aludía a Lío, de escuchar la parásita frase: “No, pero el Diego…”. Por eso, a diferencia de casi todos los pertenecientes a la comunidad maradoniana, yo he procurado entender la devoción ‘messiánica’; he intentado, ya que no la empatía, al menos una especie de tregua racional ante los sentimientos de los fanáticos de Lionel. Pero… no hace tanto, en un asado... tres de la mañana, ríos de vino, risotadas desenfrenadas, párpados derrotados, abrazos yuxtapuestos… y alguno de golpe inició la detonación de un destino:
-Y ahora que Messi levantó la copa, ¿qué vas a decir? –me interpeló uno, que no era tan amigo como para inquirirme de ese modo.
Tomé aire, mucho aire; pero, claro, antes había tomado mucho vino. Preferí, no obstante, la reflexión conciliatoria:
¿Qué voy a decir? Que estoy feliz, que por fin abracé a mis hijos sin joderlos con mi melancolía ‘ochentiseisca’, que creo que Messi campeón del mundo es uno de los actos de justicia deportiva más grande de todos los tiempos…
Entonces ese bobo al que Messi le preguntaría “¿Qué mirás?” dijo lo que jamás hay que decir cuando hay en una misma mesa maradonianos, vino y cuchillos.
Es el acto de justicia más grande de todos los tiempos, porque se hizo justicia con el más grande de todos los tiempos…
Ahora no tomé aire; tomé más vino. Mucho vino, y dije:
Aún debajo de esa cara de mamerto que tenés, que aniquila cualquier fisonomía, se nota que rondás los cincuenta años. Y nadie, en Argentina, con tu edad, puede decir que alguien es mejor que Diego. Eso lo puede decir un nene, un adolescente o un catalán… un cincuentón como vos no lo puede decir. Bueno, ya lo dijiste, lo que quiero que quede claro es que no voy a permitir delante de mí, en un asado, en Argentina, que alguien lo diga…
El devoto de Lío acercó su cara a la mía y escaló el conflicto: ¿Y quién me lo va a impedir? –preguntó, retóricamente. Dicen los que estaban allí que mi cara se transformó, que tomé un cuchillo, le di uno a él y, como Dahlmann, salí a la calle. Dicen que hubo bravuconadas de patio de escuela, pero con cuchillos flameando. Vuelto de ese oprobio, decidí tomar una decisión que venía meditando hacía un tiempo: ‘curarme’, no de mi amor a Diego, pero sí de su aspecto nocivo; el que no me permite querer al genio rosarino.
Pensé: si terapias cognitivo-conductuales pueden torcer destinos de hierro como las adicciones o las fobias; ¿por qué no podría yo abolir ese maradonismo que me privaba de un disfrute sublime? Un amigo me dijo que en el barrio atendía un psiquiatra que había logrado que su tío aracnofóbico jugara con las tarántulas como si fueran un perro. Hacia él fui, pues, con la paradojal esperanza de los desesperados.
Todo lo que las sesiones fueron revelando era de una lucidez y una eficacia que rápidamente abortó mi indómita desconfianza en las clásicas terapias freudianas. Nada buchonear a nuestra madre; primero, programación lingüística: el hombre me pidió que, toda vez que una frase viniera a alojarse en modo obsesivo en mi mente la reformulara. Así, las clásicas “No, pero el Diego…”, “En la época del Diego…”, “El gol a los ingleses…”; rápidamente fueron suplidas por “Cada época tiene su genio…”, “Los Maradona, los Messi…”. Superada esta primera barrera apareció otra, ardua, que encaré con optimismo: el doctor me pidió que evitara por un tiempo –hasta que él lo indicara- ver videos de Diego. No fue fácil la abstinencia, pero en un par de semanas superé la prueba. Entonces… uf, qué desafío: debía, cuando asistía a una discusión entre maradonianos y messiánicos, ponerme del lado de estos últimos, tratando de elaborar argumentos que fortalecieran su devoción. Examen superado. Los meses pasaban y hasta yo mismo me sorprendía de mis logros; una noche, de hecho… ¡soñé con Messi! Me levanté llorando de emoción. Un domingo a la tarde, estando solo, me puse a ver videos de Lío; terminé yendo al otro día a comprar unos stickers suyos y los pegué en la heladera, al lado –geométrica y simbólicamente- del de Diego en México.
Estaba, por fin, saliendo de la peor soledad: la de quien no puede estar alegre donde todos lo están. Estaba, ya con Diego en el más allá, permitiéndome una noche de amor de viudo en plan de resetear su vida afectiva.
Una tarde, releyendo la Divina comedia, no me indigné cuando Dante afirma la superioridad de Aristóteles sobre el resto de los filósofos, relegando a Platón. Esa noche soñé que Dante me decía: “El verdadero genio no es aquel que permite decir de él que es el mejor de todos; sino aquel que impide que se diga que puede haber alguien mejor que él”. La cura estaba, al fin, por formalizarse.
Pero faltaba la última prueba. Anoche un grupo de fanáticos de Messi me invitó a una reunión devocional. No sólo me convocaron para que sea ‘uno de ellos’, sino que, en medio de la noche… ¡me pidieron que yo cerrara el evento dando un discurso! Tomé la palabra con una emoción que sólo me producía pensar en Diego. Superé las culpas de ultratumba y dije:
“Como ustedes saben, hace algún tiempo decidí librar una batalla contra un aspecto de mí que me ha hecho mucho mal: ese amor a Diego que me ha llevado, injustamente, a malquerer a Lionel. Él jamás mereció esto, y tuvo que cargar, ya que del ‘messías’ se trata, con esa cruz tan dolorosa e infame. Yo formé parte de esa caravana insólita, absurda, que creyó que la única manera de amar a Diego era no amar a Lionel. Yo era, ustedes saben, ese bravucón que en un asado no deja que nadie hable bien de Messi. Es realmente maravilloso que hayan tenido este gesto conmigo, que hayan preferido que fuera yo quien hablara y no, con todo derecho, uno de ustedes; tal vez porque, sencillamente, yo ahora soy uno de ustedes.
Por cierto, si yo fuese ahora el que era hace algunos meses estaría, ante un grupo de fieles a Lío, desplegando mis argumentos ‘anti’: que la actuación de Diego en el 86’ es incomparable, que su segundo gol a Inglaterra es el más grande acontecimiento de la historia del fútbol y de la historia argentina; que Diego brilló en equipos mediocres; que pudo ser el más grande futbolista siendo un deportista desastroso; que la belleza de su arte prescinde de la mera cantidad; que jamás lo escuché, ante un pregunta incómoda, contestar “Yo de eso prefiero no opinar”…
Estas cosas, seguramente, hubiera dicho yo hace unos meses ante un auditorio como ustedes. Y ahora estoy acá, para decirles –de pronto vi un cartel detrás de la multitud que pontificaba: “Messi: el más grande de la historia”-… Para decirles que todo lo que acabo decir lo sigo pensando y que ustedes, si creen que Messi fue el mejor de la historia… la tienen adentro”.
Lionel Messi vs Diego Maradona ● Similar Goals Compilation
Gran acumulador de frases, adornan el blog desde el lateral. Por renovar el diseño, las incluyo en entradas porque son mis preferidas por lo que significan, por lo que enseñan y por definirme.
En dos partes, varias frases preferidas de siempre.
A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana. Graham Greene
La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno sigue siendo joven. Oscar Wilde
Una mujer es más bella que el mundo en que vivo. Paul Éluard
Muchas veces me pregunto qué es el arte, para qué sirve. Y creo que ahí encontré la respuesta final: sirve para dejar la experiencia de una persona, a ver si alguien la puede utilizar en su favor, aunque más no sea para emocionarse. Palo Pandolfo
Las tres cosas más importantes: algo que hacer, alguien a quien amar y algo para esperar. Allan Chalmers
Escoge a la persona mas felíz del mundo, la más felíz que no puedas imaginar que se pueda ser más felíz ; pues bien, esa persona, la más felíz, tiene en su vida el suficiente sufrimiento como para escribirse tres Quijotes. Rosa Montero
En algún lugar bajo la lluvia siempre habrá un perro abandonado que me impedirá ser felíz. Jean Anouilh
Los perros te enseñan a amar. Los gatos te enseñan a vivir. Arline Bleecker
Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio para manejarla. Carl Sagan
No hay una forma periodística de escribir. Lo moderno no es lo absurdo; lo bien escrito no es lo académicamente puro. Toda forma de expresión es buena si se entiende, si dice lo que siente quien escribe. Dante Panzeri
El trabajo es lo que haces para que algún día no tengas que hacerlo nunca más. Alfred Polgar
En la esfera de las cosas materiales, dar significa ser rico. No es rico el que tiene mucho, sino el que da mucho. Erich Fromm
Hay tres formas de vivir. En lo real. En lo imaginario. En otra persona. Alexis Dauda
El crecer y vivir también trae momentos incómodos. Se retira el gran Rafael Nadal. Hablo del paso del tiempo en forma negativa por él y su cuerpo maltrecho y por mí que veo como se retiran mis ídolos deportivos preferidos. Con el cariño que siempre hablo de Maradona podría hacer lo mismo con Rafa: él me acompañó en toda mi vida de ver tenis, mi deporte preferido luego del fútbol. Y con el plus de ser un gran ídolo sin ser argentino. No es poco.
Talentoso como cualquiera de los grandes pero con una garra y un esfuerzo poco común, lo amé en toda su carrera desde esa primera copa Davis jugando para España en el 2004. Veinte años después, quizá queda algún partido suyo en la misma competencia donde lo descubrí y espero no perdérmelo.
Ya llegarán entradas sobre sus logros o algún recuerdo propio pero hoy solo quiero hacer honor a su figura y a mi corazón triste, para poder decirle de forma espontánea gracias, gracias por todos estos años Rafael...
¿Como quieren que crezcamos si escuchábamos este tipo de canciones en nuestra infancia? No la recordaba y nunca había visto el video, pero la alegría por el re-descubrimiento fue instantánea. Realizada por George Kranz, percusionista alemán de solo este éxito. Varias veces sampleada en la música tecno del momento, es risueña, optimista, lisérgica y única.
Desmenuzando la canción y en cuanto a originalidad, es un rotundo 10. Genial el vocalizar de forma gutural los golpes de batería que creo que no se intentó desde ahí. Agregando esos teclados ochentosos y efectistas dan por resultado un temazo. Existen miles de versiones y me gusta la que los teclados aparecen recién en la mitad haciéndola más extraña. Pero la del video oficial es buenísima (auqneu hay otro video oficial je).
Te vas a reír la primera vez que la escuches, lo sé, pero después la vas a apreciar...