miércoles, 19 de febrero de 2025

La remera de Maradona




          Mi primer ídolo fue mi padrino Melchor, su personalidad me resultaba ideal en mi niñez y yo quería ser él. Me hizo hincha de Boca y tuvo que ver (de una manera lateral), con la contratacion de Maradona en Boca en el 81'. Hasta hablamos con Roberto Mouzo en las escaleras de la Bombonera, emocionante a esa edad. Desde ahí habrá germinado mi fanatismo por Diego.

          Recuerdo un partido junto a mi padrino, mi hermano y mi papá, donde el Boca de Maradona goleó a San Lorenzo, donde mi padre se retiró antes de finalizado aduciendo que tenía que ir a trabajar a su bar (que estaba a pocos metros del estadio). 

        Todo argentino que lo vivió por tv, recuerda bien donde estaba ese día del Argentina - Inglaterra del mundial 86'. Del primer gol no recuerdo nada pero del segundo si de mi reacción: tomarme la cabeza entre las manos, apoyando con los codos en las rodillas. No había forma de hacerle honor con un festejo a esa maravilla de jugada. 

          Un mediodía de pandemia, prendo mi computadora y me entero -sin anestesia- de la muerte de Diego. La ironía es que llevaba puesta una remera con su figura de ese año 81'. Cuando mi pareja se levanta y me pregunta que me pasa por mi gesto sorprendido y triste, le muestro los titulares sin hablar y se va al baño a llorarlo. 

         Maradona representa (y lo hace hoy aún con más fuerza), un pedazo de mi historia.




miércoles, 5 de febrero de 2025

Vacaciones en la playa


          Me gusta estar de vacaciones, no se si tanto el "ir" de vacaciones.  El problema con los preparativos, el viaje hacia la terminal, el cargar las valijas en el ómnibus, el stress del viaje que siempre se estira, el que esté todo bien con el departamento alquilado y con todo lo anterior. 


          El pensar en la obligación de ir a la playa diariamente cuando el agua es fría, congelada; que está lleno de gente, en los mil vendedores ambulantes, en el sol que te quema y lastima, en el viento de la costa que te vuela, en los paseos por el mismo pequeño centro una y otra vez, el no poder solo pensar en estar descansando. 


          Pero tomás una imagen el primer día, apenas llegás,  observas lo captado y te das cuenta que todo no solo se justifica, sino que lo repetirías eternamente, si eso fuera posible...