Con el atrevimiento de editarlo porque era muy extenso el relato como es su costumbre (¡y quedó enorme igual!), me interesó además de por quien lo escribe por el hecho de concordar con su visión de Batman, por el recuerdo de su/mi infancia y por... la vida misma.
Cuando era pequeño había ciertas preguntas que aparecían y tenían que ser respondidas... o al menos formuladas. Una era si el récord de béisbol de la serie mundial de Don Larsen era su habilidad, el destino o simple suerte. Otra sería qué era lo que había dentro de las pelotas de golf, justo en el centro. Estaba la pregunta de por que todos los personajes de Disney usaban guantes; o si existía o no una colección completa de la serie verde de las figuritas de David Crockett o si sería posible aparecer en China boca abajo si uno atravesaba la Tierra cavando un pozo. Estas preguntas formuladas y contestadas cuando uno estaba demasiado cansado para seguir nadando en el agua y se tiraba en la playa.
Y una de esas era ésta: "¿Quién te gusta más, Superman o Batman ?" Yo siempre elegía a Batman.
Creo que algunos de mis amigos de la infancia ya no recuerdan ni las cómics ni la pregunta, pero a mi me complace decir que nunca crecí del todo, solo me creció mas pelo en varias partes de mi cuerpo y un sentido de responsabilidad en el corazón y tengo amigos que hicieron lo mismo: amamos a nuestras mujeres e hijos, hacemos nuestro trabajo, pero también seguimos leyendo cómics. Y yo sigo eligiendo a Batman. Esto no quiere decir que no me guste Superman; permitanme tranquilizar a todos los que estén clamando por mi sangre; me gusta muchísimo. No podría no gustarte porque era un buen tipo, porque tenía todos esos grandes poderes, porque tenía ese atractivo conjunto de enemigos con quienes combatir, porque tenía amigos geniales.
Pero había algo en Superman que siempre me resulto un poco... déjenme ver. No decepcionante, no es eso lo que quiero decir, pero... esperen, ya lo tengo: facilón. Para mí era demasiado fuerte, demasiado capaz, tal vez porque yo era un chico que usaba gafas gruesas o tal vez porque el concepto de la invulnerabilidad lo hacía parecer un héroe que tenía una ventaja injusta (ser bueno debería ser siempre mas difícil que ser malo). Tomemos, por ejemplo, el super-aliento: ¿Es justo poder devolver a Metrópolis a su lugar de un soplido después de que Lex Luthor la mandara al Atlántico con unos jets de energía nuclear? Tal vez si, pero a mi no me convencía el concepto. Tenia su talón de Aquiles, por supuesto, pero era muy pequeño. Batman en cambio, era solo un tipo. Un tipo rico, si. Un tipo fuerte, claro. Un tipo inteligente, puedes estar seguro. Pero... no podía volar.
Creo que eso definió mi preferencia mas que nada. Cuando Batman se tiraba por una soga hacia la guarida del Joker o impedía que el Pingüino soltara a Robin en un tanque de grasa hirviendo mediante un Batarang bien lanzado, yo me lo creía. No eran cosas probables, lo concedo abiertamente, pero eran cosas posibles. Yo podía creer en una Cruzado Enmascarado que se colgaba de sogas, tiraba Batarangs con una precisión letal y conducía como Richard Petty llevando una mujer embarazada al hospital.El super-aliento era difícil de creer, pero un tipo que llevaba un pequeño compuesto disolvente (para esas molestas sogas con las que los rateros insisten en atarnos) en un bolsillo de su cinturón utilitario, una poderosa linterna en otro y una útil y rápida anestesia en otro... Bueno, esa clase de tipo era mi clase de tipo.
Él era un auténtico detective: al negársele todas las características divinas y la supuesta inmortalidad de los Super-héroes, esos dioses del olimpo modernos, tenía que ser un detective. No podía contar con el super-aliento para devolver a Gotham City a su lugar correcto después de que el crimen ocurriera: tenía que atrapar al Acertijo o al villano que fuera antes de que pudiera encender los cohetes nucleares. Como Sherlock Holmes , Batman buscaba los rastros dejados por los maleantes; tomaba huellas digitales; recogía cabello de la escena del crimen y hacía interrogatorios. Llevaba archivos del modus operandi de varios criminales. Buscaba patrones, sabiendo que si puede encontrar un patrón, se puede estar ahí, esperando al criminal en su siguiente parada. Batman vivía de su ingenio, combatía y desarmaba a algunos de los mas grandes villanos jamás creados, impedía todo, desde masivos robos de joyas a planes para secuestrar perros... y a la vez se las arreglaba para vivir otra vida al mismo tiempo, la de Bruce Wayne, prominente filántropo. Reunía dinero, en los sesenta elevo su conciencia social y hasta tenía un crío como protegido, Dick Grayson . Ah... y otra cosa. Tal vez el verdadero motivo por el que Batman me gustaba mas que el otro tipo. Había algo SINIESTRO en el. Así es. Lo que han oído. SINIESTRO.
Como La Sombra y el Caballero Luna , como un vampiro, Batman era una criatura de la noche. En esas viñetas en que Batman irrumpía, uno veía casi siempre una horrenda clase de miedo en las caras de los matones a los que estaba a punto de tirar por el water y yo siempre me sentí fuertemente identificado con esas expresiones. Si, pensaba yo, sentado bajo árbol de mi jardín, o tal vez en el baño, o en el "trono". Si, eso es, tendrían que tener miedo. Yo seguramente tendría miedo si se me aparece algo así. Tendría miedo aunque no estuviera haciendo nada malo. Si le disparabas, sangraba..., si le dabas un buen golpe en la cabeza, se desmayaba (al menos por un rato)... pero nunca, nunca podrías detenerlo.
De cualquier forma, el impacto publicitario y las triunfales ventas de "El Regreso del Caballero Oscuro", probablemente la mejor pieza del noveno arte jamás publicada en una edición popular, parecen haber asegurado el éxito de Batman. Para mí, eso es un gran alivio y un gran placer.
Me gustaría felicitar al Cruzado Enmascarado por su larga y valiente historia, agradecerle por las horas de placer que me dio y desearle muchos años más de lucha contra el crimen. Dales duro, grandullón. Que tu Bat-señal nunca falle, que a tu Batmóvil nunca se le acaben las píldoras nucleares que lo propulsan, que tu cinturón utilitario nunca quede fatalmente vacío en el momento equivocado.
Y, por favor, nunca irrumpas por mi ventana en medio de la noche. Probablemente me de una hemorragia cerebral del miedo... Y, además, grandullón, recuerda que yo estoy de tu lado. Siempre lo estuve.